Recientemente tuve que salir de viaje y me apenaba mucho dejar a mi gato en casa ajena, así que opté por traer a alguien. Desde mi punto de vista y con lo disciplinada que soy, mi gato bordea el 95% de un gato educado. (Eso no significa que se deje acariciar de cualquiera, esos son otros aspectos basados en su independencia. Como originalmente es un gato, se deja acariciar cuando el quiere, no cuando uno quiere. No es un perro, los perros regalan el cariño frecuentemente y nosotros somos sus amos; los gatos son reyes, príncipes y nosotros los humanos somos sus súbditos).
He educado a Flynn al punto que: no maúlla por nada (valora como yo la paz del silencio), no maulla por comida (porque tiene horarios de alimentación y con suficiente comida), no maúlla cuando nosotros comemos (si en algún momento degusto algo que le gusta a él, espera pacientemente su escasa comida, como si fuera un premio, porque ya tiene la de él, incluido sus horarios y del 100%, solo el 5% come alimentos de humanos, porque come solo pepas), no se sube a la mesa a husmear, menos hurta comida (eso es un crimen estatal para el), entre otras que lo diferencian de un 🐈 habitual.
Por su puesto maulla cuando está en celo, aruña y muerde a quien lo toque, sin que él previamente le haya autorizado (arrimarse a uno o exponerse a las caricias y solo hasta cuando él lo permita) eso si es inevitable y es parte de su naturaleza.
Esa distinción de la que me sentía orgullosa fue anulada en una sola semana. No sirvió de nada aclarar cómo se lo ha educado, porque parece ser que se hizo lo contrario. Ahora Flynn se sube a la mesa, cocina, no está comiendo en los horarios establecidos y adicional husmea la comida que estoy por degustar, entre cientos de cosas más. Son cambios en conjunto que es inevitable verlos por separado. La respuesta es, que la persona que lo “cuidó”, durante esa semana lo maleducó.
Si esto sucede con un animalito, ¿Se imaginan lo qué pasa con niñxs, adolescentes y jóvenes?
La educación es una cosa impresionante y tiene los mismos efectos en humanos que en animales. Nunca debemos subestimar la educación que recibimos, ni mucho menos de la que otros nos pueden dar a nosotros o a nuestros protegidos. Como para reflexionar.
Excelente domingo.
Diane Rodríguez
