“Si no te aceptas, es una pesadilla”


“Si no te aceptas, es una pesadilla”

Fuente: http://www.elinformador.com.ve/2017/05/30/si-no-te-aceptas-es-una-pesadilla/

REDACCIONELINFORMADOR/YamiletHerrera. Diane Marie Rodríguez Zambrano, transexual ecuatoriana, nació como Luis Benedicto y vino a nuestro país en febrero de 2016, a casarse con su pareja venezolana Fernando Machado, también transexual, quien nació mujer y en sus documentos es Dayana Rodolfo.

A los ojos de la ley, un hombre y una mujer querían casarse, pero el registro civil de Naguanagua se los negó, Diane formuló denuncias ante la Defensoría del Pueblo, el CNE y otras instancias, pero “no movieron ni un dedo”. Ella es activista por los derechos de la comunidad de Lesbianas, Gay, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales (LGTBI) y de la mano del partido del presidente Rafael Correa, acaba de ser elegida por voto popular como la primera transexual que alcanza un escaño en la Asamblea Nacional de Ecuador, desde su país nos cuenta su historia en Secretos.

-¿Cuándo entendiste tu verdadera identidad de género?

-Eso fue un proceso, a los 16 años. Cuando se lo confesé a mi mamá, no le dije que era trans sino gay, porque desconocía la diferencia, pero con el tiempo empecé a investigar, no había tanta información como ahora, y así pude entender qué era lo que ocurría. Creo que mi carrera en psicología me ayudó a entender de una mejor forma la identidad de género.

-¿Qué entendiste?

-Que yo no tengo que operarme para mutilar mi cuerpo, para  tener una vagina, por ejemplo, hay muchas cosas que me descubrí en mi trayecto de estudios y empecé a trabajarlas. Yo llegué a un punto de aceptación profundo de mi cuerpo y no me haría reasignación de sexo.

-¿Qué fue lo más difícil al asumirlo públicamente?

La discriminación, primero por tu núcleo familiar, luego la gente de tu barrio, la sociedad. Las personas voltean a verte, algunos te miran con odio, otros con asco, con ganas de hacerte daño. No vives una vida cotidiana donde puedes salir a caminar a la calle libremente. Aún a los 23 años era un ciudadano como el resto, pasaba desapercibido, hasta que asumí mi transexualidad por completo.

-¿Cómo te afectó?

-Yo aprendí a ignorar esas miradas, los empujones, estudiantes que pasan y se burlan, evangélicos que te ven en la calle y te dicen: ¡Dios te ama, varón! De repente no te quieren atender en algún local, se hacen los locos; la exclusión, la violencia que uno vive por apropiarse de su identidad de género.

-¿Cómo te sentiste luego de convertirte en Diane?

Me sentí asumida en mi género femenino, hasta entonces sentía que me disfrazaba de mujer, no era Diane, era Luis, otra persona que no existía en mí, eso era muy triste, era melancólico, depresivo. Cuando te aceptas, te sientes ya feliz contigo, pero comienza es una infelicidad con la sociedad.

-¿Qué es lo más duro en sociedades donde la comunidad LGTBI no es aceptada?

-Que quizá tienen que buscar guetos o apartheids, lugares donde solo estén tus compañeros LGBTI, las discotecas, por ejemplo, que para ser franca, ni siquiera me gustan mucho. He tenido defensas exitosas como el de una pareja de chicas que botaron del trabajo o dos chicos gay que no dejaron entrar a un centro comercial, esas son las cosas a las que nos enfrentamos.

-¿Cómo conociste a tu pareja?

-Conocí a Fernando a través de Facebook, considero que nos complementamos porque él es activista y yo también, a sus 23 años es muy maduro, le gusta la lectura, es una persona con quien puedo conversar, eso fue lo que más me atrajo de él. Estoy muy alejada de las diversiones banales,  ando haciendo protestas, marchas, por eso mi espacio de tranquilidad es mi hogar, mi marido y mi hijo.

-¿Pudieron casarse en Venezuela?

-No nos pudimos casar en Venezuela, me apena muchísimo que un país tan hermoso como Venezuela esté pasando por esa situación. En esa ocasión presentamos una queja en el registro civil de Naguanagua, en el CNE de Valencia y el de Caracas, en la Defensoría del Pueblo y créanme que ninguno de esos movió un solo dedo. El tema legal allá es una pesadilla, por lo menos aquí en Ecuador presento una queja y como mínimo despiden de inmediato al funcionario que actúa en contra de la comunidad LGTBI. La verdad es que salí frustrada de Venezuela.

-¿Te sentiste discriminada?

-Además de eso, en el aeropuerto a Fernando lo empezaron a molestar conmigo, un policía de inmigración le preguntaba que si yo era trans, entonces cómo teníamos nuestras relaciones sexuales, cosas que no tenían nada que ver en absoluto que un funcionario pregunte. En un momento Fernando se molestó y el policía se puso más bravo abusando de su poder.

-¿Cómo actuaron ustedes?

Con nuestro orgullo y derecho pisoteado, ultrajado, nos fuimos a la sala de espera y no estuvimos seguros hasta que el vuelo comenzó. Fue terrible y a partir de esa experiencia, yo no he querido regresar a Venezuela. Debería prevalecer el derecho humano de las personas. No supe para qué tienen una Defensoría del Pueblo donde se burlaron de que Fernando tenía nombre de mujer y le hicieron bullying de lo más terrible, es una decepción total.

-¿Cómo decidieron tener un hijo?

-Él por su lado y yo por el mío deseábamos tener un hijo, nos conocimos, lo conversamos, pero nunca lo planificamos, lo que sí puedo decir es que nuestro hijo ha sido bien deseado por los dos, máximo al mes de habernos conocido, Fernando ya estuvo embarazado.

¿Qué ha significado?

-Eso nos llenó de alegría, yo estaba en Tegucigalpa en un evento como panelista, cuando recibí la noticia y quería gritarle a todo el mundo que iba a ser mamá, un poco de emociones viví en ese momento, algo que nunca voy a olvidar. Nuestro hijo fue lo más deseado, lo que nunca nos imaginamos es que iba a llegar tan pronto.

-Háblame de tus conquistas sociales a favor de la comunidad LGTBI.

-En 2007 fui parte de la Constituyente que permitió que se reconociera la identidad de género como un derecho fundamental. Batallé para el cambio de nombre, me lo negaron, demandé al director nacional del registro civil de Ecuador y gané, eso  creó un precedente legal en 2009. En 2014 obtuvimos la unión homosexual de hecho que ahora es el quinto estado civil. Despejamos asesinatos contra la población LGBTI, demandé al segundo medio de comunicación más grande del país por ridiculizar a la población LGBTI, y hemos sostenido reuniones con Rafael Correa que han traído avances en políticas públicas. Falta muchísimo por hacer.

-¿Cuál es tu reto como congresista?

-Una de las luchas que me he propuesto es que las personas LGBTI estén  en los espacios de poder para ayudar a sus pares. Me preparé en gobernabilidad y gerencia política en la universidad. En 2013 participé como la primera candidata abiertamente transexual en Latinoamérica, lo digo con orgullo, no gané en Ecuador, pero eso dio pie a que en 2014 en otros países hubiera candidaturas como la de Tamara Adrián en Venezuela. Ya llegué a la Asamblea Nacional y tengo una responsabilidad muy grande.

-¿Detrás de la mujer guerrera hay un ser tierno?

-Me has hecho reír, es la primera persona que me pregunta eso. Tú por fuera me ves como inquebrantable, de acero, pero en el momento en que me llegan a la fibra más profunda de mi alma, me desbarato. Mi carácter está construido de esa forma porque una persona trans no puede andar con una sonrisa por todas partes, puede provocar insinuaciones sexuales, porque la gente es abusiva, y yo aborrezco eso.

-¿Qué te hace débil?

-Mi hijo, Fernando, mi mamá, ellos me muestran realmente como soy. También me debilitan las personas que sufren.

-¿Qué te engrandece?

-Que alguien me diga gracias por haberle ayudado a solucionar un problema, esa expresión del rostro, créeme que me hace sentir valerosa,  no es que me engrandece sino que me hace sentir útil para otros y eso es lo mejor para un activista, la gratitud del deber cumplido.

-¿Qué les dirías a personas que tienen atrapada su identidad de género sin atreverse a vivirla a plenitud?                       

-Que se acepten a sí mismos, uno puede vivir su vida oculta por un tiempo determinado, pero si no te aceptas, es una pesadilla. Cada uno es dueño de su vida, felicito a aquellos que salen del closet, sobre todo a las personas trans e intersexuales. Somos una etiqueta ambulante. Un hombre gay o una mujer lesbiana pueden simular ser heterosexuales, pero Diane Rodríguez y las personas transexuales femeninas no podemos simular. Desde el momento en que lo asumimos públicamente, somos unas luchadoras.

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